El reencuentro con mi amiga Pilar pasados unos años fue distinto a tantos encuentros casuales o por redes sociales que ocurren a menudo. A ella la conocí en el instituto, y pese a haber sido madre, haber pasado por el altar y todas esas normas sociales que una sigue cuando pasa de la veintena y vive en un pueblo, nada había cambiado en ella. Seguía siendo el alma libre y soñadora que conocí, sentimental, amante de la vida en todas sus dimensiones, de sus hijos y con un respeto profundo a su ex marido. Habíamos vuelto a encontrarnos con el mismo espíritu de aquel periodo estudiantil de la década de los 90 pero desde la madurez de mujeres que han rebasado la treintena, han pasado por la facultad y que tienen historias para contar.
Así que Pilar para el reencuentro eligió un marco diferente. Después
de tanto tiempo me invitó a las Jornadas Feministas en Sevilla que organizaba
el partido al que pertenece como Coordinadora Provincial del Área de la Mujer (y
muchos títulos más que no quiero escribir porque seguro alguno se me escapa).
Allí quedamos, en el mismo parque donde mis padres me llevaron con la edad de
la niña bonita para asistir al concierto de “Camela”, grupo que seguíamos a
todas partes y cuyas canciones aun soy capaz de reproducir sin que me falte una
palabra. ¡Dios Santo! Me emociono escribiendo. Cómo pasa el tiempo. Allí
íbamos, ataviadas de negro creyéndonos las más modernas de la primera fila,
saltando hasta sentir como volaban nuestros pies.
Cuando nos montamos en el coche, nos miramos y dijimos: no,
no ha pasado el tiempo, parece que nos vimos ayer. Y nos agarramos fuerte a
disfrutar del día…
Me inscribí como persona “libre”, recogí mi carpeta y nos
separamos para que cada una desempeñara su papel. Pilar como portavoz de la Comisión
de Igualdad y yo como oyente y participante de todo lo que allí iba acontecer. Como
seguidora de movimientos feministas desde hace algunos años, lectora de
literatura femenina e implicada en temas sociales por vocación, puse en alerta
mis seis sentidos a la apertura de las jornadas de la mano de Lola Muñoz, José
Manuel García y Antonio Maillo. A diferencia de los medios de comunicación que
recogían en sus anotaciones lo que les iba interesando para llamar la atención
a su lectura, yo me quedé con tres palabras: Radicalidad Democrática, Audacia y
Persuasión. Tres punzadas que sentí
dentro de mí como un empujón a inclinarme en mi ámbito personal por seguir
interesándome en la lucha de los derechos de la mujer en una sociedad a veces
obsoleta. De Lola me quedé con su ilusión
por “cambiar el modelo de país”, con su esperanza de que otro Mundo es posible,
donde la Igualdad entre mujeres y hombres no sea un trabajo sino un hecho. Se
iba palpando una calma tensa en el ambiente, los tonos subían, las voces se
desgarraban en las intervenciones, ante las actuales leyes de Igualdad y de Violencia
de género que quedan en meras frases filosóficas a veces, el debate, las dudas,
las confrontaciones, todo era recogido por las tres moderadoras de la sala.
Irma Blanco, portavoz de la Corrala Utopía de Sevilla, Soledad Granero miembro de la permanente
federal del Área de la Mujer de IU y mi amiga Pilar con la que me comunicaba con
miradas de complicidad y sonrisas. Las
tres presidían nuestra aula: la Igualdad.
Buena elección la mía. Así pude
conocer más de cerca a Soledad, una mujer modesta, activa y contundente. Nadie pudo
rebatirla cuando ella entraba a formar parte del debate y dejaba su papel de
moderadora, inteligente, preparada e incansable. Ni se me pasó por la cabeza
intervenir ante tanta preparación, solo añadí una anécdota cuando analizamos la
Ley desde el punto de vista educativo que es mi campo profesional.
Se tejieron propuestas a la actual Ley de Igualdad, cada una
de las asistentes utilizaba su especialidad para añadir o eliminar algo que
estaba mal redactado o enfocado según sus puntos de vista. Las leyes están para
cumplirlas, pero deben quedar bien cerrados todos sus artículos, con
contundencia, no con deseo de que ocurra. Debemos ser rotundos ante las leyes
que están para cumplirlas a raja tabla no para adornar debates o para que los
políticos se cuelguen medallas de progresistas. Las mujeres no somos cualquier
cosa y nuestros derechos fundamentales en la sociedad no son juegos de mesa. Fueron
horas de trabajo hasta el almuerzo en común, muy agradable poder compartir
conocimientos e ideas entre todas. Andalucía estaba representada por “sus cuatros costaos”, de norte a sur y de
este a oeste. Mujeres de nuestra tierra, diferentes entre sí pero unidas por
una base, la lucha por la Igualdad de oportunidades para hombres y mujeres.
La tarde siguió de trabajo en grupo, de intervenciones
individuales que eran siendo debatidas por todo el aula. Aun me emociono cuando
recuerdo a Inma Serrano, una matrona de Granada hablando de la precariedad en
la Sanidad a la hora de atender las enfermedades de mujeres, esas a las que nadie
atiende con el rigor de los diagnósticos “de moda” y que tristemente juegan un papel
decisivo a la hora de hacer a la mujer una vida más digna y saludable. Aun me emociono cuando otra compañera
describía el momento del parto, las posturas que adoptan el padre y la madre
antes de que nazca el bebe, las conversaciones de parturientas preparadas
intelectual y culturalmente y que asumían el futuro rol de responsables únicas
de la familia. La carga sigue siendo de la mujer decía, no existen medidas para
que cambie la mentalidad de todas aquellas que criadas en ambientes
patriarcales logren salir del erróneo patrón en el que fueron educadas. Se me
erizó la piel pensando cuántas mujeres han luchado por nosotras desde hace
décadas, desde su ámbito profesional, desde sus ratos libres, con sus libros
apoyados en las piernas mientras amamantaban a sus hijos. No, no eran modernas,
eran valientes. Aun me emociono cuando se trató el tema de la mujer en la
enseñanza, y recordé a Rosario Valpuesta que tanto luchó por la Igualdad de la
mujer en la universidad y que consiguió ser la primera mujer rectora de
Andalucía. Allá donde estés, benditos sean tus logros y tu incansable lucha.
Pero no todo eran emociones en el análisis de la ley. La
rabia se hizo presente sobre todo cuando se cruzaban opiniones sobre las
grandes diferencias entre hombres y mujeres en el ámbito laboral o familiar, en
el trato en las empresas, en el sueldo, en los casos de acoso sexual, en los
periodos por maternidad, en lo incómodo
de hacer una entrevista de trabajo y sentirte acorralada ante tantas
preguntas personales, en quién cuida de los niños cuando las dos partes de la
pareja son personas activas, quién lleva el peso del trabajo doméstico…y un sin
fin de preguntas cuyas respuestas declinaban siempre en la Mujer.
Tocó la sirena…conclusiones y puesta en común de dos leyes, despedidas y ánimos para seguir trabajando y en guardia ante una sociedad y un sistema político actual que nos quiere empujar de nuevo a los años cincuenta. Medidas de regresión que solo nos traen a adolescentes sumisas, a niños y niñas educados de manera sexista, que nos derivan en homofobia y falta de libertades, que llevan a la mujer a depender del hombre y a recibir violencia, que nos empuja al abismo del miedo ante la amenaza de la desaparición de los centros de atención a la mujer en los municipios, que como decía mi amiga Pilar, los ayuntamientos son las administraciones que están más cerca de las mujeres y no pueden erradicarse.
Y volvimos a casa, mi compañera, con la satisfacción de que
el trabajo había merecido la pena, todo salió a pedir de boca y los objetivos
se cumplieron. Y yo, con energías renovadas, estaba atravesando por un momento
en que necesitaba sentir que no estaba sola.
Queda mucho por hacer, no se puede dejar de trabajar y por
supuesto no se debe volver atrás ni siquiera un paso. Las Leyes están para
cumplirlas íntegramente pero no a medias tintas ni dejando huecos gramaticales
que ofrezcan la posibilidad de bordearlas de alguna forma. No hay que dar la espalda
a los logros de nuestra ancestral descendencia, “las mujeres son el motor y el
alma de Andalucía”, una bella frase del documental sobre los 25 años del IAM que
pone los vellos de punta. Hombres y mujeres queremos Igualdad, el feminismo no
es un movimiento radical estereotipado del que muchas personas huyen por la
desinformación y la ignorancia. Feminista es aquella persona que lucha por
conseguir la Igualdad definitiva entre mujeres y hombres. No podemos desistir.
Ojalá no tuvieran que existir estas leyes.
Allá donde estés, desde tu trabajo, desde casa, desde el seno
de tu familia, a ti, madre, amiga, hermana, prima, pareja, enfermera,
educadora, amante …no dejemos que la desigualdad nos cubra y nos haga
invisibles ante el mundo que sin nosotras no sería lo mismo. Como decía Lola
Muñoz, “sin feminismo no hay Democracia”. Y como recoge Clarisa Pinkola en su
novela “Mujeres que corren con lobos” añado: ser nosotras mismas nos causa ser
exiliadas por muchos otros. Sin embargo, cumplir con lo que otros quieren, nos
causa exiliarnos de nostras mismas”. Por la Igualdad Real.
Carpe Diem
Carmona, 26/10/2014