domingo, 26 de octubre de 2014

“Cuéntame”. Regresión de la Igualdad ante políticas austeras.



El reencuentro con mi amiga Pilar pasados unos años fue distinto a tantos encuentros casuales o por redes sociales que ocurren a menudo. A ella la conocí en el instituto, y pese a haber sido madre, haber pasado por el altar y todas esas normas sociales que una sigue cuando pasa de la veintena y vive en un pueblo, nada había cambiado en ella. Seguía siendo el alma libre y soñadora que conocí, sentimental, amante de la vida en todas sus dimensiones, de sus hijos y con un respeto profundo a su ex marido. Habíamos vuelto a encontrarnos con el mismo espíritu de aquel periodo estudiantil de la década de los 90 pero desde la madurez de mujeres que han rebasado la treintena, han pasado por la facultad y que tienen historias para contar.

Así que Pilar para el reencuentro eligió un marco diferente. Después de tanto tiempo me invitó a las Jornadas Feministas en Sevilla que organizaba el partido al que pertenece como Coordinadora Provincial del Área de la Mujer (y muchos títulos más que no quiero escribir porque seguro alguno se me escapa). Allí quedamos, en el mismo parque donde mis padres me llevaron con la edad de la niña bonita para asistir al concierto de “Camela”, grupo que seguíamos a todas partes y cuyas canciones aun soy capaz de reproducir sin que me falte una palabra. ¡Dios Santo! Me emociono escribiendo. Cómo pasa el tiempo. Allí íbamos, ataviadas de negro creyéndonos las más modernas de la primera fila, saltando hasta sentir como volaban nuestros pies.

Cuando nos montamos en el coche, nos miramos y dijimos: no, no ha pasado el tiempo, parece que nos vimos ayer. Y nos agarramos fuerte a disfrutar del día…

Me inscribí como persona “libre”, recogí mi carpeta y nos separamos para que cada una desempeñara su papel. Pilar como portavoz de la Comisión de Igualdad y yo como oyente y participante de todo lo que allí iba acontecer. Como seguidora de movimientos feministas desde hace algunos años, lectora de literatura femenina e implicada en temas sociales por vocación, puse en alerta mis seis sentidos a la apertura de las jornadas de la mano de Lola Muñoz, José Manuel García y Antonio Maillo. A diferencia de los medios de comunicación que recogían en sus anotaciones lo que les iba interesando para llamar la atención a su lectura, yo me quedé con tres palabras: Radicalidad Democrática, Audacia y Persuasión.  Tres punzadas que sentí dentro de mí como un empujón a inclinarme en mi ámbito personal por seguir interesándome en la lucha de los derechos de la mujer en una sociedad a veces obsoleta.  De Lola me quedé con su ilusión por “cambiar el modelo de país”, con su esperanza de que otro Mundo es posible, donde la Igualdad entre mujeres y hombres no sea un trabajo sino un hecho. Se iba palpando una calma tensa en el ambiente, los tonos subían, las voces se desgarraban en las intervenciones, ante las actuales leyes de Igualdad y de Violencia de género que quedan en meras frases filosóficas a veces, el debate, las dudas, las confrontaciones, todo era recogido por las tres moderadoras de la sala. Irma Blanco, portavoz de la Corrala Utopía de Sevilla,  Soledad Granero miembro de la permanente federal del Área de la Mujer de IU y mi amiga Pilar con la que me comunicaba con miradas de complicidad y sonrisas.  Las tres presidían nuestra aula: la Igualdad. 

Buena elección la mía. Así pude conocer más de cerca a Soledad, una mujer modesta, activa y contundente. Nadie pudo rebatirla cuando ella entraba a formar parte del debate y dejaba su papel de moderadora, inteligente, preparada e incansable. Ni se me pasó por la cabeza intervenir ante tanta preparación, solo añadí una anécdota cuando analizamos la Ley desde el punto de vista educativo que es mi campo profesional.

Se tejieron propuestas a la actual Ley de Igualdad, cada una de las asistentes utilizaba su especialidad para añadir o eliminar algo que estaba mal redactado o enfocado según sus puntos de vista. Las leyes están para cumplirlas, pero deben quedar bien cerrados todos sus artículos, con contundencia, no con deseo de que ocurra. Debemos ser rotundos ante las leyes que están para cumplirlas a raja tabla no para adornar debates o para que los políticos se cuelguen medallas de progresistas. Las mujeres no somos cualquier cosa y nuestros derechos fundamentales en la sociedad no son juegos de mesa. Fueron horas de trabajo hasta el almuerzo en común, muy agradable poder compartir conocimientos e ideas entre todas. Andalucía estaba representada por  “sus cuatros costaos”, de norte a sur y de este a oeste. Mujeres de nuestra tierra, diferentes entre sí pero unidas por una base, la lucha por la Igualdad de oportunidades para hombres y mujeres.

La tarde siguió de trabajo en grupo, de intervenciones individuales que eran siendo debatidas por todo el aula. Aun me emociono cuando recuerdo a Inma Serrano, una matrona de Granada hablando de la precariedad en la Sanidad a la hora de atender las enfermedades de mujeres, esas a las que nadie atiende con el rigor de los diagnósticos “de moda” y que tristemente juegan un papel decisivo a la hora de hacer a la mujer una vida más digna y saludable.  Aun me emociono cuando otra compañera describía el momento del parto, las posturas que adoptan el padre y la madre antes de que nazca el bebe, las conversaciones de parturientas preparadas intelectual y culturalmente y que asumían el futuro rol de responsables únicas de la familia. La carga sigue siendo de la mujer decía, no existen medidas para que cambie la mentalidad de todas aquellas que criadas en ambientes patriarcales logren salir del erróneo patrón en el que fueron educadas. Se me erizó la piel pensando cuántas mujeres han luchado por nosotras desde hace décadas, desde su ámbito profesional, desde sus ratos libres, con sus libros apoyados en las piernas mientras amamantaban a sus hijos. No, no eran modernas, eran valientes. Aun me emociono cuando se trató el tema de la mujer en la enseñanza, y recordé a Rosario Valpuesta que tanto luchó por la Igualdad de la mujer en la universidad y que consiguió ser la primera mujer rectora de Andalucía. Allá donde estés, benditos sean tus logros y tu incansable lucha.

Pero no todo eran emociones en el análisis de la ley. La rabia se hizo presente sobre todo cuando se cruzaban opiniones sobre las grandes diferencias entre hombres y mujeres en el ámbito laboral o familiar, en el trato en las empresas, en el sueldo, en los casos de acoso sexual, en los periodos por maternidad, en  lo incómodo de hacer una entrevista de trabajo y sentirte acorralada ante tantas preguntas personales, en quién cuida de los niños cuando las dos partes de la pareja son personas activas, quién lleva el peso del trabajo doméstico…y un sin fin de preguntas cuyas respuestas declinaban siempre en la Mujer.

Tocó la sirena…conclusiones y puesta en común de dos leyes, despedidas y ánimos para seguir trabajando y en guardia ante una sociedad y un sistema político actual que nos quiere empujar de nuevo a los años cincuenta. Medidas de regresión que solo nos traen a adolescentes sumisas, a niños y niñas educados de manera sexista, que nos derivan en homofobia y falta de libertades, que llevan a la mujer a depender del hombre y a recibir violencia, que nos empuja al abismo del miedo ante la amenaza de la desaparición de los centros de atención a la mujer en los municipios, que como decía mi amiga Pilar, los ayuntamientos son las administraciones que están más cerca de las mujeres y no pueden erradicarse.

Y volvimos a casa, mi compañera, con la satisfacción de que el trabajo había merecido la pena, todo salió a pedir de boca y los objetivos se cumplieron. Y yo, con energías renovadas, estaba atravesando por un momento en que necesitaba sentir que no estaba sola.
Queda mucho por hacer, no se puede dejar de trabajar y por supuesto no se debe volver atrás ni siquiera un paso. Las Leyes están para cumplirlas íntegramente pero no a medias tintas ni dejando huecos gramaticales que ofrezcan la posibilidad de bordearlas de alguna forma. No hay que dar la espalda a los logros de nuestra ancestral descendencia, “las mujeres son el motor y el alma de Andalucía”, una bella frase del documental sobre los 25 años del IAM que pone los vellos de punta. Hombres y mujeres queremos Igualdad, el feminismo no es un movimiento radical estereotipado del que muchas personas huyen por la desinformación y la ignorancia. Feminista es aquella persona que lucha por conseguir la Igualdad definitiva entre mujeres y hombres. No podemos desistir. Ojalá no tuvieran que existir estas leyes.


Allá donde estés, desde tu trabajo, desde casa, desde el seno de tu familia, a ti, madre, amiga, hermana, prima, pareja, enfermera, educadora, amante …no dejemos que la desigualdad nos cubra y nos haga invisibles ante el mundo que sin nosotras no sería lo mismo. Como decía Lola Muñoz, “sin feminismo no hay Democracia”. Y como recoge Clarisa Pinkola en su novela “Mujeres que corren con lobos” añado: ser nosotras mismas nos causa ser exiliadas por muchos otros. Sin embargo, cumplir con lo que otros quieren, nos causa exiliarnos de nostras mismas”. Por la Igualdad Real.

Carpe Diem

Carmona, 26/10/2014




domingo, 19 de octubre de 2014

El trabajo dignifica, si el sistema es digno, claro...




Ya nadie pregunta cómo estás, la cuestión directa es “qué estás haciendo”, una frase que encierra tantas historias como personas que  están en situación de desempleo en este país. Un grupo de palabras que te mortifican ya para el resto del día y que por supuesto se suceden una y otra vez dependiendo del número de conocidos  que te vayan parando por la calle, enviando mensajes al móvil o similares.

¿Qué estás haciendo?, ¿Qué haces ahora? Pregunta estrella de los tiempos que corren; hay veces que ya no sabes qué inventarte porque simplemente no te apetece contestar por milésima vez: buscando trabajo. Cortos diálogos que duran lo que al receptor le interesa psicológicamente dependiendo de quién sea el emisor. No es lo mismo que te atosigue la cotilla del barrio de tu pueblo a que te escriba o te llame una buena amiga o amigo y te pegues horas al teléfono, charlando por internet o delante de un buen café.

A veces me pregunto dónde quedó el ¿cómo estás?, el ¿quieres tomar algo? o tal vez el ansiado ¿quieres que nos veamos el sábado y charlamos un rato?
A los parados de este país no nos importa decir una y mil veces estamos buscando empleo, lo que molesta son las intenciones con las que se pregunte: curiosidad, cotilleo, competencia, mal de muchos consuelos de tontos, etc. etc. etc. No, no me acostumbro a dar explicaciones, no me gustan, así que como todos, intento subsanar la situación sin caer en pesimismos varios del que no llora no mama, del pararme con el empresario de turno y lamentarle mi situación. No, no tengo ganas ni tiempo de contemplaciones, es hora de seguir caminando en el arduo sendero del desamparo social, político y económico al que nos están sometiendo. Y digo están y lo seguiré diciendo porque lo que si tengo claro es que no nos hemos metido solos en esta situación que hace vibrar a todo un país en la desolación y que siguen algunos contestando que <algo ya se va moviendo>, menudos ineptos. Por supuesto no solo sufrimos los que estamos en las largas y negras listas del Inem de nuevo sino que aquel que tenía un puesto “ fijo” sufre recortes desde dentro y fuera de su empresa, ellos son a los que los demás señalan de que “ tienes que darle gracias a Dios” sin dejarles derecho siquiera al patealeo. Conclusión: aquí vamos todos en el mismo lote con mejores o peores condiciones, todos naufragamos a la deriva buscando algo que nos lleve hasta la orilla. Currantes activos o no, tenemos una misión actual, sobrevivir.

Hoy veía en televisión a Pablo Iglesias alzar las manos en alto y comprendía por qué van a arrasar en España. Ya pasó en otros tiempos de la historia, desgraciadamente con la derecha y en otras condiciones democráticas. Podía haber sido otro líder y con otra estrategia política pero ha sido él el que sin duda atrae a masas disconformes y apaleadas de la sociedad en toda su dimensión, sin distinciones de edad ni sexo. Podemos llama a los irresponsables de este país la casta, yo simplemente no les encuentro apelativo. He dejado de creer en la política y en el nuevo nacimiento de “salvadores”, y es que como leí hace poco días en las redes sociales, cambiamos de pastor pero seguimos siendo ovejas. Y no digo que no les vaya a votar, a ellos o a otra fuerza política de izquierdas, siempre bromeo con mi pasado y digo que “fui catequista y del pp y ahora puta y comunista” ( sin strictu sensu) y por supuesto no me avergüenzo, aprendí muy mucho a saber diferenciarme de los demás para construir mi propia personalidad. Pero volviendo a la casta de Iglesias, para mí  no tienen nombre aquellos que te hacen sentir culpable de gastar unos veinte euros en fotocopias de curriculum, datos personales que tienes que resumir para que una empresa te lo recoja, dejando tu formación, por la que tanto has luchado, en la que tanto tiempo y dinero has invertido tú y tus padres en la más mísera de las frases, cuatro siglas y sin especificar, a quién le interesa. No tienen nombre aquellos por los que has recorrido calles andando kilómetros con el callejero buscando dónde pedir una oportunidad, e irte satisfecha a casa porque en dos conocidas cadenas de comida rápida te han recogido la documentación y le han puesto la fecha. ¡¡Qué bien!! ¡¡Hoy ha sido un buen día!

Maldito el momento en el que os sentáis alrededor de una mesa, con vuestros trajes de chaqueta pagados por todos, ataviados con vuestras botellas de mineral para no deshidrataros en charlas de veinte minutos donde firmáis acuerdos a favor de los bancos y de los empresarios. Salvar a los grandes para que se sigan comiendo al pequeño.  Estómagos con desayunos con facturas al Estado y buenos coches blindados, seguridad y primera clase, carteras de piel y corbatas que encierran las marcas de la vergüenza. Esa es la cruda realidad que ya no me atrevo a imaginar que va a cambiar sin que me den arcadas.

Ahora se ha puesto de moda en las entrevistas que aceptes pagarte tu seguro social, que te des de alta como autónomo (soltar dinero para trabajar, qué absurdo) o simplemente se creen que eres omnipotente y que en tres horas al día vas a solucionar los problemas internos de la empresa a los que debes de enfrentarte por el risorio sueldo que te ofrecen. Se permiten además hacer tus propias cuentas personales.

< Mira, creo que con lo que te ofrezco tienes incluso para una habitación de alquiler ya que estarías lejos de casa>. E imaginas tu cara desencajada haciendo números en décimas de segundos pensando si te queda algo para comer o comprarte unos pantalones. Sencillamente, impotencia es lo que te recorre las entrañas con ganas de salir de allí corriendo sin mirar atrás pensando para colmo que creerán que no quieres trabajar porque has rechazado un trabajo ¡oh Dios! Otro trabajo al que digo NO! ¿En qué me estoy convirtiendo? Y te vas a casa sintiéndote culpable por unos días hasta que se te olvida porque nadie te ha llamado reconsiderando la situación y ofreciéndote algo más, ¿por qué? Porque siempre hay alguien detrás que diga que si, si a la explotación laboral, a la pérdida de dignidad o por desgracia alguien que atienda exclusivamente a la desesperación personal por la que atraviesa. Esta situación es la que los políticos llaman “Ya se está moviendo la cosa”: trabajos precarios, entrevistas frustrantes, explotación y vejación laboral, recortes en tu formación para colar en algún puesto temporal, silencios y miedos, desolación y soledad, ansiedad… pero sobre todo lucha y sacrificio que es lo que nos hace más fuerte. Muchos se fueron, tachados de aventureros, otros nos quedamos, ahora nos dirán que no queremos trabajar y que todo se está moviendo porque han inventado las ayudas de empleo a mayores y menores de treinta años. Ayudas que son maquillaje de la realidad, como si solo existieran parados en esos parámetros de edad, que acercándose las elecciones son acogidas de buen grado para olvidar lo que llevamos pasado con un medio sueldecito que llevar a casa. Ayudas para las que hay que reunir unos requisitos mínimos, sobre todo haber estado un año agonizando en el paro, fíjense, a recoger el premio en la meta de los 365 días sin un atisbo de esperanza. ¡¡Llegaron los libertadores!! Como los Magos tirando caramelos que luego nos dejarán el agridulce de vuelve usted a la calle.

Esto no es la solución y lo saben, quién, no lo sé, qué se debe hacer, lo desconozco, yo no promulgo sus puestos de altos cargos, para eso tienen una responsabilidad los políticos de este país, en los que tristemente hemos confiado. Y por supuesto jamás les perdonaré el suplicio de tener que hacer la maleta con el corazón en un puño, dejar parte de tu vida atrás y volver al punto de partida. Eso, no está pagado con nada. Seguid robando ilusiones, sueños y esperanzas, seguid mangando a puño abierto las libertades de los ciudadanos que humildemente se ganan un jornal, seguid poniendo límites a nuestros caminos laborales, esos que no nos dejan crecer profesionalmente, seguid empujándonos de la valla cuando casi alcanzamos un mínimo de bienestar para que caigamos al suelo heridos a la sinrazón…seguid apuñalando nuestras ganas de trabajar sin que nos dejéis avanzar. No vamos a tumbarnos, ni siquiera arrodillarnos. 

Desde donde estemos, desde donde vivamos, desde donde podamos, seremos mejores soldados en esta cruzada en la que nos han metido sin estar entrenados para recorrer el duro campo de batalla. Ahora, es momento de seguir en guardia y seguir formándonos, de alzar los escudos de la sabiduría, de empuñar las lanzas de las letras, esa es la verdadera guerra, la de la cultura y la educación, con ellas podremos cambiar el Mundo, aunque yo no lo vea…







Carpe Diem