“A todos aquellos jóvenes, niños
y niñas que sacaron de mi los valores que una vez me inculcaron mis padres con
tanto Amor”
Desde que finalizó mi contrato de trabajo en aquella
Asociación no había encontrado el momento de sentarme a escribir sobre mi
experiencia profesional. Esta mañana me despertaron unos mensajes que decían
“te echamos mucho de menos” a los que se sumaban unos iconos tristes, parecía
que se habían puesto de acuerdo. Así que cogí el ordenador y me senté delante
de la ventana a escuchar llover mientras los dedos se me iban solos cargados de
inspiración.
Mi sueño de dedicarme al mundo de lo social se hizo realidad,
aquel hombre que transmitía tranquilidad había oído hablar de mí y me dio un
voto de confianza para cubrir un puesto como educadora, y como siempre, me
lancé al ruedo sin capa ni espada, sin pensarlo dos veces.
Me aguardaba un grupo de niños, niñas, adolescentes y jóvenes
que oscilaban entre los seis y veintidós años, el mundo se me cayó encima… ¿por
dónde tenía que empezar y cómo debía hacerlo? Conocí sus historias, sus
necesidades y me dediqué a proporcionarles todo y cuanto yo creía que tenía que
ofrecerles: conocimientos, valores y como no, puse mucho cariño en mi nuevo
trabajo así que no tardé en sentirme como en una gran familia, si, Familia,
como diría la Iglesia, pero nosotros estábamos libres de hipocresía y medallas,
nadie conocía nuestra labor más que quién realmente se preocupaba por esas
personas, sus padres y madres, abuelos, tíos,
que iban cada día con ilusión a acompañarles para que a realizaran sus actividades. ¿Los organismos políticos
que subvencionaban aquel programa? Silencio. Creo que un par de veces pasaron
por allí a las entregas de diplomas, como cuando un famoso va a África, lavado
de imagen y fotografía solidaria. Gracias que existen personas que aun creen
que el mundo de lo Social es uno de los eslabones más importantes de la
sociedad y que las necesidades humanas son prioritarias en un primer mundo que
está cayendo con los recortes económicos aun más en la desolación.
Dos meses de contrato que se convirtieron en cuatro: jóvenes
en riesgo de exclusión social, atención a trastornos de conducta, actividades
educativas y de formación, talleres de búsqueda de empleo, educación en
valores, habilidades sociales o resolución de conflictos, además de ser apoyo
moral para muchas familias con necesidades, fueron los temas que ocuparon mis
noches en ese tramo de tiempo que ya queda recogido en mi álbum de la
Experiencia.
Es tan difícil resumir un trabajo cuando nadie lo ve que para
eso están las Memorias. Si, ese tocho de folios que cuando se presentan ante responsables
políticos solo se declinan por atender al apartado de Evaluación positiva. En
caso contrario, la dejarán en algún rincón de sus despachos olvidando que se le fue
entregada, y pondrán cara de sorpresa cuando se les recuerde que tienen copia de
lo que le estás exponiendo oralmente en una reunión concedida después de
muchas anulaciones de citas, porque hay temas más importantes que atender en un
Consistorio. En fin, para que ahondar en detalles arduos que disminuyen la
calidad de la narrativa literaria.
De lunes a jueves trabajábamos en Carmona y los viernes en la
Barriada, un lugar entre girasoles y ocre sembrado, entre raíles y carreteras
comarcales, entre ciruelas y melocotonares, Guadajoz se convirtió en mi sitio
de desconexión a final de semana, tan cerca y tan lejos de la ciudad, tan
carmonenses todos pero tan distintos, si, esa “aldea” que está más cerca en tiempo
de la capital, cuyo índice de paro es inferior, cuya diversión no es aquella
que imaginamos debido a su aislamiento. Los guajiros se congregan, se asocian,
te acogen en sus casas, te invitan a sentarte y te ponen un café, se defienden,
andan descalzos sin mirar el suelo, y adoran los animales, luchan por sus
derechos y protestan, se manifiestan y se arremangan en el campo, ellos no
falsifican peonadas, las trabajan, allí no se engominan, se montan en la mula
recién levantaos…es simplemente, humildad y sencillez. Enseñamos a sus hijos
otra forma de adquirir valores, creamos un taller de autoestima, recuperamos
del baúl juegos infantiles, hicimos del parque nuestra aula cuando el tiempo
nos lo permitía y dejamos en aquellas paredes marcas de sonrisas y colores
simbolizando la Libertad de pensamiento.
Al terminar mi primera etapa estaba tan cansada
emocionalmente que decidí largarme a la costa a trabajar como camarera pero una
vez allí miré a mí alrededor, hablé conmigo misma y me pregunté ¿qué haces
aquí? Quizá me engrandezca más como persona ofrecer mi tiempo a los menores de
edad que ganar en el plano material
desarrollando un trabajo físico que aunque podía llenar mi cartera, dejaba vacío mi espíritu. Y allá volví a
trabajar con dos compañeras en la Ludoteca Municipal, un proyecto que llevaba a
cabo la Asociación y que dio tranquilidad a padres y madres durante la época de
verano mientras se iban a trabajar.
De tres a diez años, allí llegaban con esos ojitos pegados
sin ganas de hablar antes de las ocho de la mañana, con sus mochilas más
grandes que sus cuerpecitos, con los pies arrastrando y algunos agarrados a las
piernas de la persona encargada de llevarlos: madres, padres, abuelos, abuelas,
familiar cercano, vecinos o la chica que los cuidaba.
Siete horas al día durante ocho semanas, julio y agosto,
cantando, corriendo, saltando, modelando, coloreando, escondiéndome, encestando
balones, bailando, haciendo teatro y todo con un fin: educar divirtiendo,
porque tengo claro que ambos conceptos pueden y deben ir de la mano. Estaba agotada
física y psicológicamente de organizar y a la vez disfrutar con los más pequeños
pero era recíproca la adoración que sentíamos los unos por los otros y eso me
complacía. Igual me pasó con sus padres y madres, con los que creé un grupo de
comunicación social y les tenía al tanto de los trabajos que realizaban sus
hijos mediante imágenes así como las actividades que se llevaban a cabo a cada
hora de la jornada. Además, les grababa en sus actuaciones en las fiestas de
despedidas quincenales y junto con sus
familiares se reunían luego en casa para verse en internet.
Ha sido un verano muy emocionante, no olvidaré sus miradas,
sus vocecitas llamándome “seño”, sus caras de miedo cuando les contaba alguna
historia de intriga, sus ojos saltones de emoción cuando les llevaba alguna
sorpresa, los carteles que me entregaban con frases de despedida, sus canciones
dedicadas, la fila para lavarles los pies antes de la relajación, sus soles con
sonrisas, sus casas naranjas y sus trabajos de reciclaje, la búsqueda de
insectos, las exploraciones al aire libre, sus primeros amores, sus sueños
mientras esperaban que los recogiesen, las volteretas en el aire, su
inocencia…ajenos a tanta miseria humana y material.
Voy a correr un tupido
velo en la parte de los contratos de las trabajadoras, en las subvenciones que
no llegaban, en los toques de atención, en las absurdas órdenes “desde arriba”
y que nadie personificaba, en la falta de recursos humanos y materiales, en las
carencias organizativas, eso, me lo quedo, no merece mayor mención, todos
conocen lo que nunca interesa resaltar, la foto está hecha, el verano ha pasado
y los galardones se han entregado. Pero las medallas penden del corazón que es
mucho más importante.
Hace una semana me llegó la noticia de que la Asociación con
la que trabajé puede que pierda este proyecto social tan importante para ellos
después de diez años de lucha y sacrificio por los más jóvenes. Algunos dirán
que ya es hora de que se vayan porque se han quedado con dinero o porque hay
algo que esconden, es normal que en los pueblos y sobre todo en ciudades como
la nuestra se hable desde el desconocimiento, la envidia y la falta de rigor,
siempre digo acérquense, pregunten, infórmense y luego juzguen. A mí me da
igual lo que se cueza en las profundidades del océano, a mi me preocupa la
superficie, la realidad, los jóvenes y niños en riesgo de exclusión social de
Carmona, del Mundo, porque son el Futuro de la Vida, son las nuevas
generaciones y tienen que ser educados para que sepan educar con los mejores
valores.
No sé quién ganará el concurso, no es el primero ni será el
último, no será tampoco por desgracia la única vez que se puje al mejor postor
un proyecto social, que lástima, el que menos pida, a ese se le entrega. ¿Y
sabéis qué significa eso? Que cuanto menos cuantía menos recursos, menos
trabajadores, más paro y menos materiales. A los educadores se les ha
convertido en este país en Magos, (como decía Fernando Cabello en aquella
Conferencia sobre el TDAH) que con nada, crean el Todo, que con un lápiz de
color te dibujan un arco iris, que con una silla todos acaban sentándose, que
con un zumo beben todos y que con una sonrisa todos son capaces de ser Feliz.
Por ello, por ELLOS, cuando ustedes las asociaciones pujen, no se bajen la ropa
interior y que no se les vea el trasero (qué fina he sido, ya me entienden) que
las entidades sociales luchen por quedarse con los proyectos con Dignidad y
nunca por dinero ni por ser protagonistas solidarios en las primeras páginas de
los periódicos. Por los más necesitados, por vosotros y por el futuro de la Educación no
silencien sus voces. Suerte y Libertad.
Carpe Diem
Gracias por compartir tus vivencias y transmitirnos tanta humildad llena de enseñanza. Preciosas tus reivindicativas palabras. Como siempre.
ResponderEliminarGracias a ti Espe, por seguirme siempre y recuerda que tenemos un proyecto pendiente, la escritura no entiende de distancias ;) ven a visitarme cuando quieras, un beso
ResponderEliminarme ha gustado mucho eres una estrella con mucha luz no dejes que te apaguen con todo mi cariño t u madre te quiero mucho
ResponderEliminarHola mamáaaa!!!! qué alegría que me escribas en mi blog! qué sorpresa, es la primera vez que te inicias en las tecnologías y lo haces para dedicarme estas bellas palabras. Acostumbrada a que leas mis artículos a papel!! me encanta, sigue así, mil besos a tan solo 200 kms de distancia, muack
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