domingo, 27 de julio de 2014

“Cuando abrir la ventana se convierte un Privilegio…”



A la Delegada de Seguridad Ciudadana, para que algún día luche por el resplandor que tuvo la plaza del ayuntamiento. Invitada queda una noche a pasear por ella…

El mismo día en que los isleños reciben la noticia de que su alcaldesa es la número veinte en las listas generales del PSOE nacional, me asomo a la ventana a las cinco y treinta y dos minutos de la tarde y observo la fachada del viejo edificio del ayuntamiento, abandonado en los años de su mandato. Según relatan los vecinos, entre los que me hallo desde hace once meses, Faneca decidió alquilar locales y dispersar sus departamentos en vez de restaurar la Casa Consistorial. Parece ser que pocas localidades carecen de edificio municipal como ocurre en Isla Cristina.

Desde aquel momento la conocida Plaza del Ayuntamiento queda de la mano de Dios a su suerte; tan solo alguna vez vemos algún operario local con una pequeña y ruidosa máquina de limpieza, bordeando los soportales o regando el jardín repleto de heces de perros en los aledaños del edificio abandonado.

Me he preguntado en miles de ocasiones el por qué de la pasividad vecinal y he extrapolado hasta ellos esta cuestión. Sus respuestas son de lo más variopintas, desde “no escucho nada porque mi habitación da justo detrás” hasta “estamos cansados de ir a protestar por algo que nunca va a cambiar y a estas alturas de la película va a seguir todo igual”. Menudas respuestas, pienso, porque yo quizá esté de paso pero ellos llevan toda la vida en este barrio, en esta plaza viendo a sus hijos y ahora a sus nietos jugar entre pintadas, delincuencia, peleas de perros, gritos, botellones o música que altera el descanso de muchos trabajadores. 

Lo peor de todo es la generación desorientada que se da encuentro en los soportales de los tres edificios que circundan el viejo Ayuntamiento. Sus edades rondan entre los dieciséis y  los treinta y cinco años, hay numerosos grupos, que ocupan los mismos lugares siempre, rincones, portales, escalones, bancos o incluso el suelo. Es un vaivén juvenil las veinticuatro horas del día, que sin tener nada que hacer solo se les ocurre beber un litro de cerveza entre colegas, fumar,  elegir qué farola terminar de  romper si es que la puntería no falla, “adiestrar” a sus mascotas en el ataque, hacerse notar que son líderes de grupo alzando la voz por encima de los demás, partiendo una botella o simplemente pintando una pared.

Pero no todo es negativo en este grupo de chavales, los nini como ya los bautizaran los políticos de este país que se les debería caer la cara de vergüenza y que ahora llegando las elecciones municipales les dan a unos pocos un puesto de trabajo temporal con los nuevos planes de empleo juvenil. Una generación que no ha conocido octavo de E.G.B. ni el graduado escolar sino que en sexto curso con tan solo doce años los obligaron a pasar a un instituto hasta los dieciséis, menuda Ley de Educación, que no supieron especializarse en un oficio en aquellas escuelas taller donde tu padre te mandaba si no te veía capaz de pasar a BUP o FP a sacarte un auxiliar administrativo o quién sabe, algunos llegaban a la Universidad a trancas y barrancas. No hay opciones, no hay cursos de formación subvencionados, no hay plazas en los módulos de grado medio ni siquiera en los institutos de adultos, ya solo queda algo “por libre”. ¿Quién puede saldar unas asignaturas por su cuenta de las que ni siquiera tiene una base? Miseria proveniente de los recortes educativos, recortes sociales, recortes al futuro de todos. Chavales cuyas parejas llegan a verles a la plazoleta llenas de tatuajes, embarazadas o empujando carros de bebe, que recogen en sus pulmones el humo del cigarro aliñado entre sones flamencos, esos niños con meses de vida respirando el futuro que les espera entre adoquines olvidados por sus políticos, una plaza a merced del paso del tiempo…

Aquí abrir la ventana para sentir el fresco o descansar  se ha convertido en todo un privilegio, y si llamas a la Policía, únicamente les dicen que se vayan más lejos para no molestar, es la opción…esparcirlos hasta que acaben en guetos, en barrios alejados del centro donde reina la exclusión social y la marginación, limpiar calles de gente que no tiene metas en la vida, tan solo matar el tiempo bajo las techumbres a la sombra, y ante la ignorancia de todos.  No puedes llamar a una comisaría todas las noches porque hay veces que te contestan que “no es para tanto”, como se nota que su familia duerme plácidamente como la concejala de seguridad. No saben ustedes lo que es en el silencio de la noche un botellón debajo de la ventana de tu dormitorio. ¿Qué si los he hecho? Muchas veces, pero no estaban prohibidos, además existían espacios exclusivos para ellos. ¿Qué si no he fumado porros? Creo que sencillamente para drogarse, que también es un delito vender, comprar y consumir, no hace falta hacer tanto ruido.

De todo dicen que se aprende, y de ellos también se podría aprender no solo a tener destrezas para esconder hachís rápidamente cuando aparece el reflejo azul en la pared de un coche policial, es curioso los rincones que no se te hubieran pasado por la cabeza que existían para ocultar algo. Esta generación no perdida, sino olvidada, porque tengo la esperanza de que se puede recuperar, tiene mucho que enseñarle a la sociedad. Y sus políticos deberían de hacer de ellos no una escoria que molesta pasadas las doce de la noche porque alteran la convivencia, sino educarlos y darles otra visión de la vida, de su propia vida, dónde van a llegar sino.  Se deben crear alternativas a estar horas y horas en la calle sin saber que hacer que no sea delinquir, todos esos chavales deben aprender que todos somos válidos en algo y aumentarles la autoestima, no hace falta mucha inversión ni demasiada psicología o medios materiales. Ofrecerles un espacio abierto donde formarse, donde practicar deporte, donde alejarse de las drogas, donde sentirse útiles, dónde exponer sus dudas y sus miedos porque muchos sino todos, están acechados por el miedo a qué será de ellos si sus progenitores dejan de mantenerlos. De nada valen las pagas sociales, los comedores, el comprar un voto o pagarles la luz antes de las elecciones municipales si luego van a estar sentados en los portales a esperar que pase el día, eso no es satisfacción para un político. A veces cuando llego a casa y los escucho cantar mientras dibujan sentados en el suelo pienso: eso es lo que quiere la élite, una población iletrada arrastrada, analfabeta, que no se levante a luchar, conformista, sin preparación, porque la Educación es el enemigo número uno de este sistema corrupto y esta lacra que está envolviendo nuestro país.

La plaza donde vivo es simplemente un ejemplo de lo que ocurre en muchos lugares de España, pero sobre todo de nuestra castigada Andalucía gobernada dicen por la izquierda, pero ¿una izquierda que apoya los recortes y que pacta con un partido que lo que le diferencia de la derecha es ya el color de la camisa? No, no puedo creer en nada en este momento cuando miro a mi alrededor, no hay que irse muy lejos, mi plaza, mi barrio actual, es la herencia que nos está dejando la Crisis, emigre donde emigre, vaya donde vaya, los daños colaterales se han extendido a todas partes.

Hoy, día en que la alcaldesa de este pueblo sale en TVE con los “Grandes” políticos de este país, sigo asomándome por la ventana, observo lo que ha dejado atrás y me pregunto: ¿qué vas a resolver tú para esta España perdida si has dejado olvidado a tu pueblo? Que no, que no, que no me representan…





Isla Cristina 27 de Julio de 2014








Carpe Diem


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