sábado, 20 de julio de 2024

Soulmate

 Soulmate apareció en mi camino por puro azar, una templada madrugada dando vueltas en la cama sin encontrar sentido a lo que acontecía en mi interior. Hasta que revisando mis redes sociales apareció: encuentro entre dos almas que llevan buscándose toda la vida.

Cerré los ojos, y me sumergí en el astral para poder divisarla. Allí estaba, mirándome de frente a los ojos sin tan siquiera parpadear. Sus colores, su melodía, su elegante sinuosidad, su estela por sonrisa, las estrellas vítreas de su retina. Era tal como me lo habían explicado en aquellas clases de meditación. Soulmate. Y todo lo que ocurrió en ese espacio donde no existe el dolor, donde los cuerpos se quedan en tierra y solo penetran las almas para bailar, donde no existe el ego ni la codicia, ni el odio, sino, paz. Solo pocos sabrán a lo que me refiero, solo si has estado en el astral sabrás que en los sueños, uno se da cuenta, si ha trabajado su sensibilidad, de que ha salido de sí mismo, para ser feliz hasta que despierte. Y esa es la lucha con la mente, mientras el espíritu vuela, la razón quiere devolverlo al estado físico. Es ahí, en ese punto intermedio, donde debemos ganarle la partida a la realidad. 

Mi compañera estaba allí, pude saber que era ella porque las almas saben cual  es  la siamés que busca con tan solo observarla lo que dura una canción un ocho de marzo. No hubo tiempo más que para danzar el último vals que quedaba en la lista aquella tarde, tiempo más que suficiente para saber, que no se olvidarían jamás. Lo que los vivos hacen en años, las almas en el astral lo hacen en segundos, toda una vida pudimos recorrer juntas aquellos minutos, porque allí arriba, no existe la noción de tiempo ni espacio. Nada nos detenía, nos fundimos en un abrazo, nos besamos, hicimos el amor, sin necesidad de hablar, nos conocimos hasta en las profundidades de nuestras entrañas, nos acariciamos con una música a piano y lloramos sabiendo que todo tiene un principio y un final, como el sueño del que nos habíamos escapado. No hubo sexo más placentero que ese, que atravesó las dimensiones del universo mientras los planetas iluminaban la locura que producía el encuentro. Magistral.  Soulmate.

Todavía recuerdo esa noche sin tener que anotarla como me recomendaron, sin tener que escribirla en ningún papel, porque los viajes a través del tiempo, nunca se olvidan. Quedé preñada del Amor más puro y limpio que pude conocer, de ese Amor que te mece en volandas, ese Amor que no tiene carencias, ni está manchado de las injusticias terrenales, ese Amor de luz que dicen que tienen los niños hasta cumplir los seis años. Un Amor puro, transparente, impetuoso, leal, simbiosis pura de dos destinos que se encuentran en el camino y que no se pueden separar porque ese famoso hilo rojo los aprieta, aunque yo reniegue de tales teorías, debe haber algo que se me escapa de las manos, supongo que la ciencia tendrá la última palabra, como siempre. 

Aquella noche, cometí el error de despertar, caí en la tentación de las alargar la mano en busca del teléfono, y me deslicé por un pozo oscuro donde anidaban almas sin piedad que me pintaron la realidad de nuevo. Me dejé llevar,sí,  por miedo a volver al astral y que ya nada fuera lo mismo, los miedos, nacen en el momento que vuelves a pisar la tierra. La pisé firme y volví a  mi ser, pero ya no era la misma, había perdido la oportunidad de quedarme en un lugar seguro, lleno de felicidad y tranquilidad. Y volé lejos, muy lejos, hasta quedarme segura de que no volvería a dejarme llevar, quería quedarme en la zona estable que nos enseñaron y de la que siempre renegué, aquella en la que hay que cumplir con las directrices y las normas preestablecidas, aquella donde la felicidad se expone sin sentirla, aquella donde todo es un decorado y los personajes sonríen teñidos de maquillaje.  Una mentira que nos creemos por el ritmo que marca la sociedad. 

Pero los Soulmate, siempre acaban reencontrándose, por mucho tiempo que pase, por muchas vidas que transcurran sobre ellas, por muchos obstáculos con los que  se les condene , por muchas lunas llenas que marquen solsticios, siempre, siempre, se vuelven a encontrar. Y así fue como el mundo terrenal hizo todo lo posible por separarlas, porque decían en la tierra, que andaban obsesionadas, que esa historia no era real, que era cuestión de carencias en sus caminos, que la necesidad no existe, pero nadie sabía, que se preferían. Y comenzaron a hablar un lenguaje que nadie entendía, de otras épocas, con recursos literarios jamás estudiados por los mejores historiadores del mundo, el lenguaje Soulmate, ese que  por siempre, quedará entre nosotras.  



Amanda Eslava

Fuerteventura. 20/07/24

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